Alguna vez estuve ahi...

Quisiera tener tanta memoria como si lo estuviera viviendo hoy.
Quisiera recordar:
los momentos,
las personas,
las actitudes,
los sentimientos,
las acciones,
Todo lo vivido!
Todavía estoy a tiempo y esto es un tributo, a lo que este mundo me dio.
Las fechas las acomodé para que figure el comienzo de la historia un 25 de noviembre de 2010, fecha de mi cumpleaños.
Al leer ¨entradas antiguas¨hay que considerarlas como las más recientes escritas y publicadas.
Espero que tenga algún sentido para ustedes, como lo tiene para mi y les agradezco la visita a mi blog.

jueves, septiembre 09, 2010

Bujumbura, la casa en la que vivimos.



En el frente de la casa, mi hermana está posando muy contenta y orgullosa. La construcción como se ve es bien sólida, de piedra y con techo de tejas, no creo que los reales habitantes de ese país estuvieran en condiciones económicas como para hacerse casas de este tipo.
De igual manera, yo con mis diecisiete años tenía muy poca experiencia de vida y no evaluaba lo linda que era la casa, para mi simplemente era el lugar donde mi familia y yo debíamos vivir.






En la parte de atrás había una planta de mango y
las achiras con sus flores bien rojas formaban cercos o canteros, también había varias palmeras.




Uno de los compromisos que asumían los blancos que estaban en Bujumbura cumpliendo alguna misión de trabajo, era contratar a la mayor cantidad posible de muchachos negros para realizar alguna tarea. Asi un día empezaron tres de ellos a poner plantines de césped de tres o cuatro hojas, uno al lado de otro y se iban formando manchas de color verde hasta que después de meses el jardín quedó cubierto de césped, como se lo ve en la fotografía.



Mis padres siempre fueron muy sociables. En el sur de la Argentina donde vivimos siempre, aunque tuvimos que transladarnos en algún momento a Buenos Aires, por sus trabajos y nuestros estudios, había una mesa bien larga y confortable. Siempre llena de gente animada, charlando, riendo y comiendo. En Africa eso no cambió, solo se repetía con otro lenguaje y nacionalidad de los visitantes. En el jardín estamos con un matrimonio Belga y su chofer.




En la foto nos encontramos con unas Hermanas Católicas Belgas, que llegaron después de escapar del Congo, como refugiadas y las recibimos el día que debían tomar el avión para volver a su país. En esos días habían movimientos guerrilleros que atacaban a los blancos en el Congo.






Por otra parte, era común que vinieran los artesanos a tu casa, entraran con confianza hasta el porche y pusieran sus estatuillas, máscaras u otras artesanías bien ordenadas para que se aprecien.
Luego esperaban horas, si era necesario, hasta que alguien salía, porque tenían la seguridad que algo iban a vender, después del clásico prorrateo del precio.


Este método de poner un precio y discutir el valor final, era como un deporte, si el comprador se sobrepasaba bajando más de lo que ellos estipulaban, sobrevenía un enojo que los hacía protestar mientras recogían sus cosas y se retiraban del lugar. Pero eso no era muy común.